4.- COGNICIÓN, INSERCIÓN SOCIOLABORAL Y ACTIVIDAD DEPORTIVA EN LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN.
12.05.2014 00:00
4.- COGNICIÓN, INSERCIÓN SOCIOLABORAL Y ACTIVIDAD DEPORTIVA EN LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN.
Cognición e inteligencia emocional.
El profesor Guerrero observó durante su investigación con niños con síndrome de Down que cuando estos abandonaban el hábito de estudio o se alejaban durante un tiempo de la escuela o de los métodos de aprendizaje que se emplearan con ellos, que estos caían víctimas de lo que el denominaba “Efecto Penélope”, nombre que asignó a este fenómeno a partir de los acontecimientos acaecidos en La Ilíada de Homero, en la cual, a causa de la partida de Ulises y de su no-retorno, su esposa Penélope, ante la insistencia de los distintos pretendientes que tenía y que buscaban el matrimonio con ella, acordó tejer una mortaja en honor a su suegro fallecido, para casarse únicamente cuando finalizara esta labor, lo cual nunca sucedía, ya que por la noche destejía lo que tejía durante el día.
Pues bien, algo similar a esto observó Guerrero, tal y como ya hemos dicho, en los síndrome de Down. Ensalza también las investigaciones de Inhelder, la cual explicaba que entre los distintos estadios o fases piagetianas, los síndrome de Down corrían un riesgo ante el que no peligraban tanto las personas sin trisomía en el par 21, y es que en estos puntos intermedios entre las distintas fases del desarrollo, podían avanzar o estancarse, lo cual llamó “viscosidad genética interestadio”, y de ahí que estas personas no lleguen a veces a situarse en un punto concreto de maduración, sino que pueden encontrarse entre dos de estas etapas vitales.
Zazzo se acerca mucho a la línea argumental de Inhelder, cuando afirma que el desarrollo físico y mental tampoco van a la par, lo cual denominó “Heterocromía del Desarrollo”, considerando el autor que esta disparidad entre capacidades mentales y desarrollo físico conllevaba la aparición de un estilo cognitivo singular y diferente al de los demás.
Sobresalen otros autores como Monique Cuilleret, con su teoría del “Espíritu Caleidoscópico” (quizá un exceso de imaginación), Callner, con su “discontinuidad sináptica interneuronal” o Flórez con su estudio del desequilibrio cromosómico, así como el propio Guerrero con su comparación de las personas con trisomía con un árbol podado, cuyas ramificaciones no pueden retener todo lo que podría en una situación normal, aunque el mayor problema para estas personas no sea retener, sino procesar la información que les llega.
Guerrero hace una síntesis de las unidades funcionales, interpretadas por él:
En primer lugar, encontramos la que regula el tono o la vigilia y los estados mentales, que se explica mediante la puesta a cabo de acciones, que van más allá de querer hacerlas, es decir, que hay que realizar las acciones no bastando solo con la intención, y para eso hay unas fuentes de activación, que son tres según Luria, a saber: procesos metabólicos del organismo y llegada de los estímulos del mundo exterior al cuerpo, captación y análisis de la información y programación, regulación y verificación de la actividad.
A partir de esto se habla de la relación establecida por Vigotsky entre el aprendizaje y el desarrollo, con su célebre Teoría del Área de Desarrollo Potencial, la cual incluye el nivel de desarrollo efectivo del niño.
Inserción sociolaboral.
Se afirma que el trabajo es un buen canalizador para mejorar los procesos cognitivos, la comunicación, la afectividad, la autonomía y el bienestar emocional, tal y como dice Goleman, lo cual no sólo va a beneficiar anímicamente a los síndrome de Down, sino que además va a favorecerlos psicológicamente, pudiendo llegar a alcanzar el “flujo mental excelente”, es decir, un arrebato y pasión por el trabajo que a veces no se encuentra en los síndrome de Down, y que es una característica propia del ser humano, aunque a veces puede acabar en una adicción al trabajo muy peligrosa, por tanto, es muy importante para las personas con Down que experimenten una transición desde el reconocimiento de su inserción intelectual, académica y cognitiva hacia la inserción laboral, pues esto será el punto de partida para integrarse en la sociedad eficientemente. Existen incontables modelos de inserción a destacar en Europa los de Dinamarca o Inglaterra, o los cientos que hay en Estados Unidos.
Actividad deportiva.
La actividad física es también una buena forma de canalizar la desazón y los problemas propios de nuestra naturaleza, y esto no es una excepción en los síndrome de Down, a causa de todos los beneficios que tiene, tanto físicos como emocionales, pudiendo así, por ejemplo, retrasar el envejecimiento prematuro, incluso las enfermedades propias de la tercera edad que esto puede conllevar y que tan a menudo se da en los síndrome de Down.
Tras un estudio realizado por Guerrero durante unas olimpiadas con personas con síndrome de Down, los encargados de la parte psicopedagógica construyeron unos cuestionarios orientados a los padres de los jóvenes, a partir de los cuales obtuvieron que dichos jóvenes comenzaron a preocuparse más por su imagen, a pedir más participación en tareas del hogar, mejora en el empleo de utensilios y herramientas que antes les resultaban muy peligrosos, mayor actividad en la calle, mejora en la utilización de teléfonos y transporte públicos, así como el consenso por parte de los que han entrenado y trabajado con estas personas acerca de su notable mejora gracias al deporte, especialmente en sus niveles de comunicación.